
Hace rato que el Eurocentro es una especie de hogar de las excentricidades. Ahí se puede encontrar de todo y con todos. Pero la última vez que fui me detuve en un local del segundo subterráneo que tenía en su vitrina penes y vaginas de plásticos con piercings.
Siempre eso de la perforación genital, en pezones o en la lengua tiene una connotación media eroticona. Si hasta la misma Madonna en su canción Erotica decía que “hay un poco de satisfacción, en un poco de dolor” y algunos sí que se lo toman en serio.
Hablé con uno de los que realizaba estas perforaciones. Se llama Fabián y tiene 19 años. Me contó que él tenía dos piercing en su pene y que cuando decidió hacerse la perforación ni siquiera acudió a un especialista en la materia. Tampoco ocupó anestesia, simplemente se sentó, tomó una aguja y la cruzó por el frenillo de su pene. Así no más. Según él, más que dolor sintió nervios y ojo que cuando lo hizo tenía sólo 14 años.
No era la primera vez que perforaba algo, ya antes había practicado con sus amigos. Aunque ninguno le prestó el pene, así que sólo debió ensayar con orejas, cejas y labios.
Él lleva dos años con la misma polola, pero me dijo que en su periodo de promiscuidad el tema del piercing asustaba a algunas mujeres y se negaban a tener relaciones con él. Pero es totalmente distinto en el caso de las mujeres perforadas.
Este tipo de perforaciones requieren de mucho cuidado e higiene. Quienes las realizan dicen que muy rara vez alguien tiene alguna complicación y que casi siempre es por un mal cuidado del usuario. Sin embargo, en Internet se puede encontrar en foros femeninos todo tipo de relatos de experiencias respecto a este tema. Algunos hablan de horrendas infecciones que les han reventado el pezón y otros del mar de pus que han botado pese a tomar antibióticos para la infección. Puaj.
¿Alguien se anima?
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